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las Tribulaciones de un Mecánico Hotelero

Publicado por Jean Loup, 20 de Octubre de 2016, 03:17:57 PM

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Jean Loup


ZiCATELA, 1993.- Cubría dos turnos de 8 horas o un turno de 16 horas -de a como prefieran dividir al Tiempo- con libertad de escoger mis descansos y organizar a modo mis actividades. La Bula Matari (una VW "Kurierwagen" '75) carecía de capacidad para llevar todo el personal del último turno.

Si A Mí ME GUSTA QUE SUENEN, PAQUÉ LOS QUiERO ENGRASÁOS

Comenzando la temporada de lluvias junto con asaltos a granel, puse a trabajar la Combi '82 propiedad del Arcoiris. Cada mañana, salía de compras para el Hotel y su Restaurante-Bar; entrada la noche, entregaba al último turno por diferentes rumbos d'este Puerto sin atracadero y sin que repartieran míseros sueldos a diestra y siniestra, llegando vivitos y coleando hasta su casita hogar.

COMBi ARCOiRiS RODANTE (cuando era nueva)

Ése día más que completo, ya sanos y salvos casi todos nomás faltaba entregar a doña Leo, nuestra jefa de cocina y al Gordito cajero del Restaurante-Bar. Vivían encumbrando las márgenes de la población al otro lado del Aeropuerto, entrando desde la carretera a San Pedro por una brecha paralela a la pista de aterrizaje. Con el chubasco recién amainado evitaba atascar la Combi por el lodazal, manteniendo de 50 a 60 kilómetros por hora. Si reducía la velocidad se undía en el lodazal  y si aceleraba, manifestaba su disgusto a coletazos de pescado con pasajeros arrepentidos de haber nacido.

Cruzar un hilito de agua insignificante a tal velocidad, despegó del suelo a la Combi y aunque m'encanta volar, francamente prefiero pilotear algo con alas. Volábamos en una trayectoria recta y horizontal, cuando menos. Desafortunadamente, allá abajo la brecha se desviaba hacia la derecha; aterrizamos como una piedra de cuatro ruedas, entre el zacatal de yerba junto al camino por estribor y a babor, escasos diez centímetros desde la tela ciclón con postes de cemento que rodeaban la pista aérea. Fué el momento más que oportuno -indispensable, diría yo- para aplicar las enseñanzas de Robert aterrizando su patín de cola; el jalón hacia la tela ciclón -y postes de cemento a nuestra izquierda- fué extraordinariamente similar al de su avión, mas media vuelta de  contra volante y a  dos manos para lograr mantener una trayectoria recta, mi vocecita interna gritando -«¡¡ni se te ocurra tocar los frenos!!»- mientras el Tiempo se desbocaba alcanzando CASi-CASi la Eternidad y sin parar, hasta que talar tanta yerba con arbustos nos frenó. Doña Leo paró su cotorreo con el Gordito y preguntó, coquetamente: -«¿Porqué paramos aquí y a ésta hora, Don?»- creyendo romance en Combi a la puerta. Sin poder articular palabra, tomé la linterna de la guantera y la apunté por afuera, debajo de mi asiento; la rueda delantera izquierda mostraba su mitad afuera de la salpicadera, acostada en posición totalmente horizontal.


El "Lugar de los Hechos" visto de día, sin tropa y con la zanja tapada

Con calma bajé a detallar daños; levantando un poco la Combi con el gato y apartando tanta yerba, percibí qu'el salto iniciador de nuestro corto vuelo, sacó una rótula de la suspensión izquierda, aterrizando así con la rueda en horizontal, sobre un talud; la otra rueda buena, rodó metida en una zanja abandonada, cuyo material formaba el talud a la izquierda. Sin acostarse la rueda izquierda sobre el talud, nos hubiéramos volteado a la derecha sobre el camino. Sin rodar la rueda derecha dentro de una zanja, nos hubiéramos acostado por la izquierda contra la tela ciclón y sus postes de cemento, antes de invadir la pista de aterrizaje. El Maule con patín de cola de Robert, me capacitó perfectamente para mantener recta nuestra trayectoria (gracias, amigo Robert) y logré aterrizar la Combi sobre tres ruedas... y un talud.

El Gordito se quedó a cuidar la Combi con doña Leo acechando su inocencia nocturna, mientras yo regresaba andando hacia la carretera para encontrar un taxi. Caminando a pié bajo ése cielo estrellado que dejan los chubascos nocturnos, me preguntaba: ¿porqué un hilito de agua tan leve provocó el Vuelo del Fénix? ...porque por abajo, era un profundo vado que desaguaba toda ésa zanja abandonada, dejando agua a nivel inocente cuando paró de llover. Parecía tener un centímero de profundidad y era más profundo que la zanja donde aterrizamos.

Media hora más tarde llegué al Hotel y José Luis en la copa con clientes y amigos. Brindé para bajar susto y huevos. Subiendo lo necesario en la picop, partimos al rescate de doña Leo el Gordito y la Combi, copa en una mano y la otra con botella a fin que nadie éramos mancos. ¡Salú!

Arribando al lugar de los hechos, soldados en tropa mantenían a la Combi bajo resguardo y un santiamén esfumó copas y botellas pues no alcanzaban para tantos. -«¿Será que'l Gordito violó a doña Leo?»- pregunté a José Luis que respondía -«Al revés volteado, nuestro cajero ni cumple 19 años y doña Leo...»- nos interrumpió la tropa cortando cartucho a Máuseres sin apuntar a nadie alertas y en preparados-listos, un Teniente interrogando a qué le tiraba un vehículo tan sospechoso, estacionado ahí en Zona Federal junto a la pista  y por largo rato: ¿Acaso esperaba algún aeroplátano con droga?

Mostré los daños y nos dió apoyo incondicional. La tropa cargó con la Combi desde la zanja hasta el camino y ahí logramos meter la rótula en su lugar, despedir al teniente y conducir despacito dejando en sus respectivos hogares a doña Leo y al Gordito. Regresamos al Hotel a terminar nuestras ocultas botellas y cambiar las rótulas de la Combi, al ritmo de mañana pa distraer la cruda. Entre la tropa, doña Leo era más popular que la Adelita y creí que se iba a quedar ahí junto al Aeropuerto. Menos mal que no: el Arcoiris hubiera perdido la Jefa de Cocina con la mejor sazón de éste Puerto sin atracadero.

iGUANA con REBECA, desayunando en la GALERA (restaurante-bar) del ARCOiRiS

iN MEMORiAM: JOSÉ LUiS NAVEGÓ A LA OTRA RiBERA HACE UN AÑO, Jean 2016.
«Gracias doy...a la mano con puñal, que me mató tan mal...»