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Ensalada de géneros - Ronda 1, Año 2014

Publicado por anittaa, 07 de Octubre de 2014, 02:15:10 PM

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anittaa


Ensalada de situaciones
Ronda 1, Año 2014


Objetivo

Escribir un texto basándose en el género propuesto, trabajar conjuntamente los textos publicados y elegir un texto ganador de la ronda.


Reglas

• Se pueden publicar hasta tres textos por usuario.
• El texto puede ser cuento, prosa poética, poesía, etc.
• El texto debe tener una longitud máxima de 1000 palabras, sin contar el título.
• Cada texto debe tener un título.
• Antes de publicar, se recomienda revisar gramática y ortografía. Para verificar que el formato sea el correcto conviene Previsualizar antes de publicar.
• Durante las dos primeras semanas del juego se publican textos. Durante la tercera semana se pueden editar los textos la cantidad de veces necesarias, además de seguir publicando. La cuarta semana del juego es para votar.
• Durante las semanas de publicación y edición de texto se recomienda leer y comentar los textos publicados para colaborar en la corrección de los mismos.
• La edición de textos se debe realizar en el mensaje en que fue publicado y se recomienda escribir un nuevo mensaje avisando que se modificó el original.
• La votación la pueden realizar los usuarios que hayan comentado, al menos, los cuentos elegidos.
• Al votar se eligen tres textos, al primero se le otorga tres puntos, al segundo dos puntos y al tercero, un punto.
• Si al finalizar la ronda de votación se produjera un empate, durante la siguiente semana se desemparatá. En ese caso se podrá elegir sólo entre los textos finalistas.
• El autor del cuento ganador propondrá el género literario a usar en la ronda siguiente (la deberá enviar por mensaje privado al coordinador del juego).

Cronograma

· Etapa de publicación de textos: Desde el 7 de Octubre hasta el Lunes 20 de Octubre
· Etapa de edición y publicación de textos: Desde el lunes 20 de Octubre hasta el lunes 27 de octubre
· Etapa de votación: Desde el Lunes 27 de octubre hasta el lunes 3 de noviembre


El género propuesto Lidyfeliz, ganadora de la última ronda que se jugó en psicofxp es:

Realismo

Información sobre el género que aportó Lidy
Realismo
Las obras realistas pretenden narrar documentalmente la sociedad de la época y los ambientes más cercanos al escritor. La temática girar en torno a la vida burguesa (sus comportamientos, sus inquietudes, sus desazones, sus matrimonios, el dinero,...). Pero también se hace el retrato de los sectores más pobres de la sociedad urbana y del mundo rural. Sus personajes suelen ser individuos (inadaptados) que se enfrentan a la sociedad y son derrotados por el mundo que los rodea. Normalmente son numerosos y representan a diferentes clases sociales.
El rasgo que define a esta novela es la búsqueda de la verosimilitud, para ello se vale de diferentes recursos, como pueden ser las descripciones muy pormenorizadas y los personajes que evolucionan a lo largo de la obra. Se unen los hechos históricos con la ficción; los personajes reales con los inventados. Habitualmente la acción transcurre en lugares conocidos, se alude a fechas coincidentes con el momento en que se escribe la obra y se hace que los personajes hablen conforme a su condición social.
Otro rasgo formal es la utilización de un narrador, que aun adoptando diferentes formas, suele aparecer como ultraomnisciente (con el papel de cronista). Sobresalen el diálogo (caracterización de personajes) y el monólogo interior (subjetividad).
¡SEAN BIENVENIDOS TODOS!
Hubiera juntado mi vida para dártela ...

Lidyfeliz

#1
DEPORTE EXTREMO: SUPERVIVENCIA
Escribió en el papelito con letra de "hasta cuarto grado porque mamá no me puede traer y está todo embarrado donde yo vivo":
   3 paquete de arina
                                        1  azucar
                                         2  leche
                                         1 aceite
                                         medio de sal
                                         1 yerba
                                        por fabor las más varatas.

                                       Grasias,  la Carmen
Lo puso en el bolsillo del pantalón del Raulito que todavía no tenía agujeros, y los mandó, a él y a María, al almacén de don Cosme. Decile que lo anote en la libreta negra, que falta poco para que empiece el mes y le pago. A veces encargaba media docena de huevos, un kilo de polenta de la común o arroz partido. ¿Cuánto hace que no hay un pan de manteca o queso en casa? pensó, con la esperanza de que alguien se los regalara para fin de año. Se rió por lo tonto del deseo. Si total  a los chicos les gusta el pan con aceite y nunca comieron queso, así que...
            Estaban colgados de la luz y habían encontrado un televisor viejo tirado en la calle, y con eso  todos se entretenían. Al José, el más chiquito, le gustaban los ñoquis con salsa; por eso Raúl, aunque tenía ocho, salía a juntar botellas y las cambiaba por latas de tomate. Ella remendaba y cantaba canciones de Rodrigo. La garrafa se la rellenaban de favor en el Centro Vecinal, porque el papá de los chicos más chicos, José, había sabido ser de la Unidad Básica, y era cartonero antes de aquel puntazo en el hígado de hacía casi dos años, que lo mandó al otro mundo. Una pena, por los chicos, digo ¿no?
            Por suerte Carlitos zafó del reformatorio cuando se robó esas cinco gallinas para Navidad. Lo llevaron al tribunal y dijo que quería venderlas para comprar un pan dulce; a Carmen le pareció que el juez lagrimeaba. Todavía hay gente buena señor. Gracias. Muchas gracias. No lo va a hacer nunca más, ¿eh? Se lo juro por la virgencita.
            Hacía ya un año que Carmen había pateado con sus sandalias arregladas  con hilo sisal, con Estelita, la que le salió mal, por todas las oficinas de la Municipalidad, hasta que detrás de la puerta que decía "Ayuda a Indigentes", una madre de cuatro como ella, la había hecho sentar, y después de darle un vaso de agua escuchó su historia. Una semana después, una mujer de tacos y lentes fue a la villa. Primero se fijó y escribió mucho, y después le hizo un montón de preguntas. Al final le dijo que tenía que internar a Estela en un instituto especial. Paso a paso, pensó la Carmen, y según lo que me den, capaz que puedo mandar a los chicos a comer a la esuela. Nunca vi una mina tan seria. Seguro que no va al baño hace días. Y se rió como loca.
            Carmen le pidió tanto a la Virgencita Desatanudos, a San Cayetano y a Ceferino, que al final milagrearon: lo del Plan Jefes y Jefas del tres al cinco de cada mes, más el bolsón que iba a buscar a la Sociedad de Fomento una vez por semana. Sí, con eso conseguía hacer una comida diaria a la noche, para campear el frío entre las chapas, y darles un poco más de calor a esos cuerpos. La única cama se convertía entonces en un amasijo de brazos y piernas calentitos. Claro, el paco que le daba una vecina también ayudaba, porque les sacaba el hambre, pero ella prefería el pan con leche caliente.
            Estaban a 10 kms de la Casa Rosada.
Era Carmen la milagrera, y su mayor capacidad no era saber hacer pan y pastas para la prole, ni esperar, siempre esperar un poco más de plata para salir a vender torta frita, ni sobrevivir con lo que en algunos barrios se gasta en un día, sino su inexplicable buen humor.
"En esta época que nos ha tocado, resulta difícil afirmar que haber vivido es mejor que no haberlo hecho" Kenzaburo Oé
http://www.escritosdemiuniverso.blogspot.com
http://www.evolucionarnos.blogspot.com

Ana Alonso


DEPORTE EXTREMO: SUPERVIVENCIA de Lidy

Lidy, me encanta tu cuento; ya lo había leído en el otro foro aunque no lo comenté. Me encanta porque no muestra sólo las diferencias sociales y la invisibilidad de algunos sectores, aun cuando estén a diez kilómetros de la casa de gobierno sino también y sobre todo las características personales de cada uno de los protagonistas. En él es tan importante la denuncia como la alegría inexplicable de la Cármen en medio de todas sus desgracias. No encuentro nada para señalar en el sentido de mejorar el cuento; creo que no habría otra manera de contar mejor todo lo que dice. Lo que si quisiera saber es por qué la letra es tan chiquita que tuve que copiarlo y pasarlo a Word para poder leerlo. Espero que no sea siempre así.

Felicitaciones, Lidy, y buen comienzo para quienes quieran participar.
¡Oh, infiernos, no dejes que beban las lágrimas y que te
pidan más!¡No dejes que te desaten el llanto, lo den vuelta y se hagan con él una sonrisa! ¡Que la muerte no levante mi tristeza como bandera! Ray Bradbury

Ana Alonso


LA PILETA

Nada más triste para un padre o una madre que no poder satisfacer el deseo de un hijo cuando no lo considera pretencioso, y además lo encuentra justo. Sobre todo si ve que otros lo logran por tener un mejor pasar.
Vivíamos, por haberla heredado de mi padre, en una casa de un barrio de clase media, levantada con su propio esfuerzo en un tiempo en el que todavía un obrero municipal podía acceder a la compra de un terreno. En ella crecí, y después lo hicieron mis hijos, mientras la casa envejecía rodeada por otras que se renovaban, cambiaban la fachada, o eran reemplazas por edificios más modernos. El viejo suburbio de casitas humildes iba tomando el aspecto de zona residencial, mientras nosotros, a duras penas, lográbamos mantener nuestro hogar en pie arreglando un poco acá y otro poco allá. La brecha se hacía tan visible que casi nunca podíamos cruzarla y quedábamos excluidos, tal vez de gustos insignificantes frente a otros que lo estaban pasando mucho peor, pero esas eran las privaciones que nos tocaba sufrir en carne propia.

Era verano; mi hija tendría unos cinco años y deseaba tener una pileta como los otros chicos del barrio. En la casa de al lado había una y mi vecina le había dicho que podía ir cuando quisiera, pero la mayoría de las veces volvía arrastrando el toallón desilusionada porque la puerta no se abría para ella aunque se cansara de tocar el timbre o llamar a los gritos desde la vereda.
—Es que están todos en la terraza haciendo ruido y por eso no te escuchan— le aseguraba yo para consolarla, y llenaba un balde con agua para que jugara con un barquito.
Eran los años de la dictadura militar, buenos sólo para unos pocos, y nosotros no entrábamos en esa lista. En nuestro apretado presupuesto familiar la idea de comprar una pileta no encontraba lugar ni siquiera en el rubro de los sueños.

Contra toda lógica, me puse en campaña para lograrlo. Pregunté por acá y por allá. De algún lado iba a tener que salir la pileta que mi hija quería con tanto empeño. Y una mañana de ese mismo verano, por fin, se hizo el milagro: una tía nos avisó que tenía una, de lona, para regalarnos. Hacía varios años que no la usaban, estaba guardada y le ocupaba mucho espacio, así que sin pensarlo ni un minuto fuimos a buscarla y en un rato la teníamos armada y la pusimos a llenar.
—Esperá que el sol entibie un poco el agua— le recomendé a mi hija, y me preparé unos mates disfrutando por anticipado del "estreno".
— ¡Tenemos una pileta! ¡Tenemos una pileta!— gritaba mi hija, feliz, para quienes quisieran escucharla, mientras mi vecina se asomaba por sobre la pared de la terraza para comprobar que era cierto.
En cuanto le di permiso se zambulló. Con una intensidad desconocida, yo sentía que el mundo era tan bello como ese cielo azul sin una sola nube que nos acompañaba desde arriba.
— ¡Mirá mami! ¡Mirá como nado!— me decía mientras iba de un lado al otro impulsándose con los pies, y las dos nos reíamos.

De pronto se escuchó un crujido. Después otro. La lona, reseca por tanto tiempo sin uso, se empieza a abrir por todos lados. El agua sale a borbotones. Imposible frenarla. Se escapa, desaparece por la rejilla mientras el corazón de la madre se escurre junto con ella y va quedando vacío, como la pileta

— ¡Que hacemos, mamá, que hacemos!— me pregunta mi hija, los ojos angustiados clavados en los míos.
Y yo, la super mamá que siempre lo resuelve todo; la misma que acaba de comprender que no existen soluciones frente a la certeza de lo irreparable, juntando la nada que me queda para armar un adulto parado frente a un chico que espera una respuesta, le digo con un convencimiento que no entiendo de dónde me sale; le digo como si realmente creyera posible lo que me estoy escuchando decir:
—No te preocupes, hija. No te preocupes, que mañana bien tempranito compramos pegamento y la emparchamos.
¡Oh, infiernos, no dejes que beban las lágrimas y que te
pidan más!¡No dejes que te desaten el llanto, lo den vuelta y se hagan con él una sonrisa! ¡Que la muerte no levante mi tristeza como bandera! Ray Bradbury

CraigBale

Me encanta este foro! Antes lucía más deprimente, pero ahora tiene todas las características de psicofxp y mejoradas. Enhorabuena!


CraigBale








EL SABOR DEL TÉ





Pasé un fin de semana especialmente difícil. Estuvieron en casa, con motivo del primer aniversario del fallecimiento de mi marido, mi hija y mi yerno. Como es su costumbre, el hombre permaneció la mayor parte del tiempo con el ceño fruncido, en una expresión entre malhumorada y pensativa, como si el mundo de los demás fuera muy pequeño y simple para que él pueda habitarlo; supongo que puede perdonársele ser pretencioso, todavía es joven. Mi hija, por su parte, estuvo bastante más irritable que de costumbre.
"Me extraña viniendo de papá, con lo compasivo que era. Puede sonar duro, pero creo que debería haber sido algo más sensible, debería haber pensado en hacerse cremar", le dijo a su marido. Volvíamos del cementerio en el coche de él. Yo estaba en el asiento trasero, era obvio que lo decía para que lo escuchara. "Así, mamá no tendría que complicarse tanto. Como están las cosas hoy en día, pocos pueden darse el lujo de pagar una parcela en un cementerio parque, más en el que está enterrado papá, con tanto lujo y tan costoso. Y hay que pensar en la posteridad, no se puede hacer más pesadas las cosas a los hijos; ya bastante difíciles están. El baile continúa, y hay que priorizar la vida." Eso me ofendió profundamente, pero no dije nada. Tal vez tuviera razón, pero no puedo negar que me tomé muy para mal a su comentario. En ese mismo momento mismo decidí que yo misma me pagaría la perpetuidad mi marido y para mí, a como de lugar; no quería ser una molestia, faltaba más.
Como dije, mi hija había estado molesta todo el fin de semana, incluso me criticó las cosas más triviales, como mi tarta de manzana, me reprochó que me había salido "muy seca". Justamente ella, que desde niña decía que yo hacía las mejores tartas de manzana. Pero no le bastó con todo eso, y, hoy a la mañana, cuando se estaban yendo, me deslizó que quizá vivir sola me resultaba muy difícil, con lo acostumbrada que yo estaba a su padre. Me sugirió que podía ayudar a pagarme una "cómoda residencia". Ella averiguado una, era linda y agradable, incluso parecía un hotel.
Hasta allí llegó mi paciencia, les dije que me sentía agradecida, pero no necesitaba marcharme a ninguna residencia, que vieja oxidada y todo, todavía tenía fuerza de sobra para  apañármelas sola, aun en una casa grande como en la que vivo. Supongo que detectó cierto tono malhumorado, porque se dio vuelta con fastidio y murmuró algo sobre lo difícil que se ponía mi carácter.
Lo cierto es que me sentí bastante aliviada cuando se marcharon hace un par de horas; me duele el corazón cuando lo digo pero es la verdad. Evidentemente, la distancia que hay con mi hija se hace más grande; supongo que así es la vida, no hay nada que hacer.
Caliento el agua y la vierto en un vaso con hierbas. Debería dormir, la noche ha caído hace rato, pero siempre a esta hora, más o menos, viene una gata de lo más misteriosa. Rara vez se saltea una noche, tiene la costumbre de venir más o menos desde la época en que falleció mi marido. Es toda blanca, flaca, con una gran mancha oscura con cierta pretensión de triángulo sobre el ojo derecho. Su pelaje es tan hermoso y cuidado que me parece extraño que viva en la calle; casi tengo la impresión de que viene de un lugar lejano, de otro mundo. Raspa y raspa el vidrio, yo entreabro la ventana y la hago pasar. En la heladera siempre hay atún y leche para ella.   
Incluso ya se me hizo hábito ponerle la escudilla sobre la mesa en la que como; creo que se merece, con lo distinguida y orgullosa que se la ve, mirarme a la misma altura. Mientras come, le converso, a veces hasta le toco algunas piezas de piano, en su mayoría cortas piezas de Chopin o de Mozart, y ella, atenta, me escucha. Al tiempo, cuando parece aburrirse de mí, se va por el mismo lugar que entró, y se pierde en la noche. Al principio me preocupaba, incluso pregunté a varios vecinos si la gata era suya, sin respuestas positivas. Ni siquiera la habían visto. "O viene de  otro planeta, o salió de un sueño", suelo decirme.
Con la taza de té humeante en una mano, voy hacia la ventana. La luna está empañada por algunas nubes. Su luz pálida cae moribunda; se funde con la luz amarillenta del alumbrado público. Abajo, resplandecen varios montones de nieve sucia, y, detrás, las casas están silenciosas, por las ventanas no se ve otra cosa que oscuridad.
Ayudada con un palo de escoba, derribo un poco que nieve que cubre el alféizar, supongo que le facilitaré la vida a la gata. Mañana, si tengo más energía, quitaré la nieve que hay frente a la puerta.
Espero, bebo mi té. A mi alrededor, las paredes se me antojan enormes, tan frías... es que no me alcanzan los muebles y los cuadros para cubrir tanto vacío. Debe ser el haber recibido visitas, siempre que se va gente de casa, aunque su visita no haya sido especialmente reparadora, me pongo melancólica.
Por fin, la espera termina. Mientras preparo mi segundo té, escucho el característico crujir en el vidrio; voy hacia la ventana y la entorno. Es Luna. Luna, sí, así le puse a la gata. Para mi sorpresa, veo que en la boca tiene un gatito, blanco como ella. Lo deposita frente a mí. El minino queda escogido, maúlla con los ojitos entrecerrados. Es que es idéntico a la madre, si es que Luna es la madre, hasta tiene una manchita negra sobre el ojo derecho. Debe tener frío, tomo su cuerpo caliente y lo pongo contra mi pecho. Parece estar a gusto. La gata, por su parte, me mira unos instantes, luego se voltea varias veces hacia la calle, como si me dijera "disculpa, pero hoy no voy a poderme quedar". Yo asiento y ella, con su elegancia característica, baja del alfeizar y desaparece entre las plantas del jardín.
Dejo al gatito sobre una manta, frente al hogar, y pongo frente a él una escudilla con leche y otra con atún. Primero mira alrededor unos instantes, luego me mira a mí, como cerciorándose de que soy de confianza. Poco después, cuando parece decretar que no hay problemas, se dirige al atún.
El gatito parece sentirse a gusto, come con fruición. Y Luna, ¿Con qué motivo me lo dejó? ¿Estaré acaso en presencia de uno de sus hijos?
Recuerdo que dejé el té, de modo que voy a la cocina, paso la infusión por el colador. Revuelvo un poco de azúcar en el té y me apoltrono en un viejo sillón al frente del gatito.
Lo observo. Incluso le hablo, como hago con la madre, y a veces hasta levanta su rostro del atún y me mira con una cara aburrida. ¡Es tan pequeño! Apenas si debe tener un par de meses.
De algún modo, siento que la casa vuelve a estar llena. Detrás de mí, de pronto, comienzo a escuchar golpes en el vidrio de la ventana. No me molesto en levantarme; sé que son los copos de nieve.

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Lidyfeliz

Craig - El sabor del te
Un cuento que me encantó y me hizo llorar: la vejez, la viudez, la soledad y de repente esa gata que como la mía, llena las horas con compañía. Muy real y muy bien escrito.
Faltan algunas conjunciones y verbos que ya verás cuando lo repases, pero es de una ternura inmensa.  El lector, yo en este caso, va siguiendo la acción con naturalidad. Hermoso!


Quería decirte que a diferencia de lo que te pasa, a mi este foro me resulta extraño y complicado. Estuve casi 2 horas hasta que encontré la forma de comentar tu cuento. Lidy
"En esta época que nos ha tocado, resulta difícil afirmar que haber vivido es mejor que no haberlo hecho" Kenzaburo Oé
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http://www.evolucionarnos.blogspot.com

CraigBale

Gracias Lidy por leerme, como siempre. Un gusto encontrarnos en una nueva casa!

Ana Alonso


EL SABOR DEL TÉ de Craig


Hermoso cuento, tan parecido a la realidad, cuando esos hijos a los que creíamos conocer tan bien dicen o hacen cosas que nos desconciertan y que preferiríamos no escuchar, aunque el precio sea la soledad, como en el caso de la protagonista de tu cuento. Me gusta el detalle de la gata; las mascotas acompañan y no especulan. Como ya dijo Lidy, te faltaron algunas palabras, pero es fácil imaginarlas y se puede leer bien igual. Muy bueno el título y la ambientación. Todo rezuma tristeza menos ella y su relación con la gata. Y con el gatito, por supuesto.
¡Oh, infiernos, no dejes que beban las lágrimas y que te
pidan más!¡No dejes que te desaten el llanto, lo den vuelta y se hagan con él una sonrisa! ¡Que la muerte no levante mi tristeza como bandera! Ray Bradbury

Ana Alonso

A mí no me resulta complicado este foro Al menos hasta ahora.


Lidy, si podés, mudá tu cuento del juego de las frases a la ronda que ya Anita abrió en este foro, así yo después copio el mío. (Por respetar el orden con que veníamos; aunque en realidad no tiene ninguna importancia, estoy esperando que lo hagas.)
¡Oh, infiernos, no dejes que beban las lágrimas y que te
pidan más!¡No dejes que te desaten el llanto, lo den vuelta y se hagan con él una sonrisa! ¡Que la muerte no levante mi tristeza como bandera! Ray Bradbury

Ana Alonso



EL PARRAL

Mi casa, típica casa "chorizo" que  construían a principios del siglo pasado quienes llegaban de España o Italia a Argentina para establecerse, tenía una parra que cubría todo el patio y a veces parte de la terraza. Su tronco leñoso emergía de un cuadrado de tierra de más o menos treinta centímetros, recortado en el cemento que continuaba a la galería, esa sí, con sus correspondientes baldosas que formaban rombos negros y blancos. La regaba la lluvia, y nunca entendí cómo la pobre planta se las arreglaba para regalarnos ese follaje opulento y los generosos racimos de uva chinche que recogíamos todos los años en canastas y baldes, y que, después de separar nuestra porción, regalábamos a los vecinos. No había forma de aportarle nutrientes, ocultas como estaban sus raíces. Crecía libre y salvaje abandonadaa su suerte y, a pesar de su solidaria sombra que tanto extrañamos el día que no estuvo más, nos quejábamos siempre de que el patio era oscuro y que había que barrer las hojas secas, cuando no lavar las manchas que dejaban los racimos al madurar y caer. Estábamos inaugurando la juventud, y a algunos de los integrantes de mi familia y a mí nos avergonzaba un poco el aspecto antiguo que le daba a nuestro hogar el añoso parral.
Mi padre no quería saber nada de sacarlo; es más, le había construido un precioso sostén con vigas de cemento que imitaban troncos con sus correspondientes nudos y ramitas, pero no sé de qué artimañas nos valimos para convencerlo y un buen día que no debe haber sido muy bueno para él, nos dio el permiso para echar todo abajo. En su lugar prometimos poner un toldo metálico corredizo  que nunca llegamos a colocar.
El nuevo patio lucía luminoso y soleado, tanto que en los veranos ni se lo podía pisar y había que refugiarse en los interiores, con las persianas cerradas. Nunca más charlas y mate, lectura o ajedrez a la hora de la siesta debajo de la frondosa enredadera. Y no hay mucho más para contar, pero ocurre que ahora, a la distancia y después de ciertos años, sigo pensando que pocas veces en mi vida debo haber hecho algo más tonto y más dañino que talar esa parra que tanto daba y que muy poco pedía, y como siempre  que lo recuerdo, vuelvo a arrepentirme.
¡Oh, infiernos, no dejes que beban las lágrimas y que te
pidan más!¡No dejes que te desaten el llanto, lo den vuelta y se hagan con él una sonrisa! ¡Que la muerte no levante mi tristeza como bandera! Ray Bradbury

anittaa

Hubiera juntado mi vida para dártela ...

anittaa

Compas, comienza la edición.
Pero también pueden seguir publicando.


¡ADELANTE!
Hubiera juntado mi vida para dártela ...

Jean Loup

#13
DiCEN QUE LAS MUJERES BONiTAS...

El último turno del ingenio azucarero bajó de mi Combi y regresé vacío, por tener doble turno los de ésa noche dominguera. Noche de estrellas sin conejos ni lobos, por principiar el invierno apenitas. Asomaba ya Santiago al final del gusano pavimentado, cuando vislumbré siluetas blancas en tropel, como aquellos campesinos trabajando siembras bajo lluvias engranizadas iluminados por sendos relámpagos y el compadre Lucio respondía a mis -«¿porqué trabajan a ésta hora?»- con un -«pos ya vé compadre, le dije que son como nosotros los señores espíritus; cómo vá creer que sean campesinos, con lo flojos que semos y ¿trabajando hasta la madrugada, compadre?»

Intrigado, bajé la velocidad por si las moscas, evitando integrar humanos al pavimento porque de etéreos, nadita. Aquel tropel vestido con calzas y camisas blancas, avanzaba en grupo cerrado con los brazos palmas arriba, una camilla humana cargando a mi viejo vecino, sus ocho agujeros escurriendo aquello rojo tan espeso. Iban rumbo a Tepoz y caminando con éstas fugas, por más denso que fuera aquello rojo, se acabaría mucho antes de cubrir la distancia faltante. -«Súbanmelo a la Combi y vámonos hasta Cuernabalas»- dije, mientras aquel  viejo colador número ocho, nos cantaba corridos revolucionarios y otras picardías, resollando por todos sus hoyos menos los de nacimiento:

Dicen que las mujeres bonitas,
en el pecho tienen una esperanza;
dicen que las mujeres bonitas,
en el pecho tienen una esperanza;
y que más abajo tienen
las barbas de Carranza.
Sánmarqueña de mi vida,
sánmarqueña de mi amor.

Dicen que las mujeres bonitas,
en el pecho tienen una cruz;
dicen que las mujeres bonitas,
en el pecho tienen una cruz;
y que más abajo tienen,
las barbas de Castro Ruz.
Sánmarqueña de mi vida,
sánmarqueña de mi amor.

Cruzábamos un Tepoz vacío pues ni tráfico había y que nos para una camioneta de la Polecía Secreta, siempre en vigilia. A ver cómo explico que ni traigo licencia de trasporte, ni permiso de ambulancia, pero escóltenme hasta Cuernabalas, o se nos muere la música: -«¿Traen al herido?»- -« Sí: pero ¿cómo madres se enteraron si la caseta telefónica cierra desde las nueve?»- -«Acá esperen con nosotros, ya viene la ambulancia con oxígeno y los matasanos con suero.»

Transbordado ya el músico con fugas de fuelle y rimas discordantes, regresamos a Santiago y Vicky me contó la tragedia completita.

Era el papá de Nuestra Señora de la Ordeña y el hijo de ella, le reclamó a su abuelo maltratos de niñez con balazos a quemarropa. Los hermanos de Nuestra Señora de la Ordeña, tíos de su hijo así como hijos del abuelo, a machetazos lograron desarmar al muchacho. Al día siguente en el Camposanto, llegaban niños que encontraron deditos faltantes: hay que enterrar al difunto lo más completito que se pueda. Los machetes son lo mejor para hacer picadillo ... y el viejo musical regresó con el fuelle parchado, anque tarde pa musicalizar al camposanto. Tenía callo: había luchado junto con Zapata en su adolescencia.

Mientras, los hijos macheteros - hermanos de Nuestra Señora de la Ordeña y tíos de aquél Scrabble tan cadáver incompleto - se pudrían en las mazmorras clandestinas de la Injusticia Mexicana, por haber salvado aquél viejo fuelle musical.

«Gracias doy...a la mano con puñal, que me mató tan mal...»

Ana Alonso

Bienvenido, Jean Loup. Qué historia trágica, contada con humor ácido y lenguaje poético. Esa imagen de las siluetas blancas caminando en medio de la noche me encantó.
Un gusto leerte por aquí.
¡Oh, infiernos, no dejes que beban las lágrimas y que te
pidan más!¡No dejes que te desaten el llanto, lo den vuelta y se hagan con él una sonrisa! ¡Que la muerte no levante mi tristeza como bandera! Ray Bradbury