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LIBRA: Los trabajos de Hércules

Publicado por Bewitched, 10 de Septiembre de 2015, 07:33:23 PM

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Bewitched


Este es un fragmento del libro "LOS TRABAJO DE HERCULES" de Alice Bailey. En el mismo se analiza el mito del trabajo que realizó hercules, como un discipulo en búsqueda de su transformación personal y desaarollo, en cada uno de los signos...

En primera instancia trataremos a LIBRA... lo sé... es largo... pero fascinante para comprender esos mecanismos internos que nos hacen vivir lo que vivimos y saber que es lo que tenemos que aprender en esta encarnación

:rolleyes3d:







[spoiler]
Trabajo 7

La Captura del Jabalí de Erimanto

(Libra. 22 Septiembre   21 Octubre)
¬¬
El Mito

El Gran Presidente, dentro de la Cámara del Concilio del Señor, consi¬deraba la naturaleza del hijo del hombre que es asimismo un hijo de Dios. Él pensaba en lo que se necesitaba para hacerlo aun más parecido a su Padre. "Otro trabajo debe ser llevado a cabo. Él necesita equilibrio, y juicio sano, y preparación para una prueba mayor y para futuro servicio a la raza de los hombres. Por esto, que se prepare con cuidado". Y el Maestro, anotando en sus tablas el propósito de la próxima prueba, salió y habló a Hércules. "Sal, hijo mío, y captura al jabalí; salva una región asolada, pero toma el tiempo de alimentarte". Y Hércules salió.

Y Hércules, que es un hijo de hombre y no obstante un hijo de Dios, pasó a través del séptimo Portal. El poder del séptimo signo pasó a través de él. No sabía que se enfrentaba a una prueba dual, la prueba de la rara amistad y la prueba del coraje sin temor. El Maestro lo había instruido para buscar un jabalí, y Apolo le dio un arco flamante para usar. Dijo Hércules: "No lo llevaré conmigo en el camino, por temor a matar. En mi último trabajo, en las riberas del gran mar, maté y destruí. Esta vez no mataré. Dejo el arco".

Y así, desarmado, excepto por su fuerte clava, trepó el acantilado de la montaña, buscando al jabalí, y viendo, a cada lado, visiones de miedo y terror. Subió aún más y más alto. Y entonces se encontró con un amigo. En el camino se encontró con Folos, uno de un grupo de centauros, conocido de los dioses. Se detuvieron y hablaron, y por un momento Hércules olvidó el objeto de su búsqueda. Y Folos llamó a Hércules, invitándolo a abrir un tonel de vino, que no era suyo, ni tampoco pertenecía a Folo. Este gran barril, pertenecía al grupo de centauros; y de los dioses, que los habían beneficiado con el tonel, había venido la orden de que nunca debía ser abierto, salvo cuando los centauros se encon¬traran y estuvieran todos presentes. El tonel pertenecía al grupo.

Pero Hércules y Folo lo abrieron en ausencia de sus hermanos, llamando a Quirón, otro centauro sabio, para que fuera y compartiera su jarana. Este así lo hizo y los tres bebieron juntos, y se deleitaron y embriagaron e hicieron mucho bullicio. Esta gritería fue oída por los otros centauros desde lugares distantes.

Ellos acudieron encolerizados, y una feroz batalla tuvo entonces lugar y a pesar de las sabias resoluciones, nuevamente el hijo del hombre, que era un hijo de Dios, se transformó en el mensajero de la muerte y mató a sus amigos, los dos centauros con los cuales antes había bebido. Y, mientras los otros centauros se afligían con fuertes lamentaciones, Hércules escapó otra vez a las altas montañas, y nuevamente reanudó su búsqueda.

*     *     *
   
   Llegó hasta los límites de la nieve, siguiendo las huellas del feroz jabalí; lo siguió hasta las alturas y el áspero frío, y sin embargo no lo vio. La noche se fue acercando, una a una las estrellas salieron, y aún el jabalí se le distanciaba, y buscó dentro de sí mismo alguna maña sutil. Colocó una trampa con habilidad, y sabiamente oculta. Entonces esperó en una sombra oscura la llegada del jabalí. Las horas pasaron, y él aún esperó hasta que se acercó el alba. El jabalí salió de su guarida, buscando comida, impulsado por un hambre de días. En las sombras, cerca de la trampa, esperaba el hijo del hombre. El jabalí cayó dentro de la trampa y a su debido tiempo Hércules soltó a la bestia salvaje, haciéndola prisionera de su habilidad. Luchó con el jabalí y lo dominó y obligó a hacer lo que él decía, o ir por el camino que él deseaba.

Desde la cima nevada de la alta montaña bajó Hércules, gozoso en el camino, conduciendo por la senda que bajaba, al feroz pero domesticado jabalí. Por las patas traseras, conducía al jabalí, y todos en la montaña reían al ver la escena. Y los que encontraban al hijo del hombre, que es el hijo de Dios, cantando y bailando en el camino, reían también al ver la marcha de los dos. Y todos en la ciudad reían al ver la misma escena; al tambaleante, cansado jabalí y al hombre que reía y cantaba.

Así ejecutó Hércules su séptimo trabajo y regresó hacia el Maestro de su vida.

Y el Gran Presidente dentro de la Cámara del Concilió del Señor observó: "La lección del verdadero equilibrio ha sido aprendida. Aún falta una lección. De nuevo en el noveno Portal el centauro debe ser encontrado y conocido y rectamente comprendido".

Y el Maestro dijo: "El séptimo trabajo está completado, el séptimo Portal ha sido pasado. Considera las lecciones del pasado; reflexiona sobre las pruebas, hijo mío. Dos veces has matado lo que deberías amar. Aprende el por qué". Y Hércules permaneció dentro de las puertas de la ciudad y allí se preparó para lo que luego sucedería, la prueba suprema.

                                                                                              El Tibetano

Prólogo

"El mito es el velado pensamiento del alma ". (Isis sin velo)

Libra nos presenta muchas paradojas, y marcados extremos, dependiendo de si uno está en la vuelta del zodíaco en sentido de las agujas del reloj, o en la trayectoria inversa, la del discípulo que ha vuelto conscientemente, al sendero evolutivo, al camino de regreso al hogar. Se dice que es uno de los signos más difíciles de comprender. Es el primer signo que no tiene ni símbolo humano ni símbolo animal, excepto que sosteniendo la balanza está la figura de la justicia –una mujer cegada— cegada tal vez para la objetiva visión exterior, que la visión intuitiva interior debe adivinar dónde está la justicia.

Es un intervalo, se nos dice, comparable al silencioso escuchar en la meditación: un tiempo de imposición del pasado. De nuevo, extrañamente, el hombre medio se acerca a Libra a través de la drástica prueba de Escorpio, mientras que el hombre más evolucionado entra a la prueba de Libra desde el signo de Virgo, con la conciencia de Cristo agitándose en su corazón y su mente. Piensa cuán diferentes serán las experiencias de estos dos hombres en Libra. En un caso la balanza oscilará salvajemente arriba y abajo; en el otro se aproximará al equilibrio o éste será logrado, entre la materia y el espíritu, y entre los más pequeños pares de opuestos.

En este punto empezamos a ver por qué, en este tranquilo signo, nos encontramos con los problemas del sexo y el dinero, ambos buenos servidores y malos maestros, según el uso que se haga de ellos. El sexo es un sacramento, una compensación del hombre y la mujer, para la producción de las formas, para la continuación de la vida evolutiva. El dinero es un medio de trueque, de compartir a distancia. Si es amado y retenido sólo por sí mismo, es el oro del avaro, y si no, el oro del amante, entregado corazón.

El equilibrio de los pares de opuestos está agudamente definido. La balanza puede oscilar desde la parcialidad y el prejuicio a la justicia o el discernimiento; desde la insensible estupidez a la sabiduría entusiasta. Cuán inusual y deliciosa combinación de palabras es esa. En el lenguaje común nosotros simbolizamos la sabiduría con la estúpida, parpadeante lechuza, y aquéllos que piensan que son sabios están demasiado, a menudo, llenos de solemnidad y son algo pesados. Sin embargo, la sabiduría debe ser "entusiasta". Esto es algo para reflexionar. Y puede haber intriga, los tortuoso caminos de las leyes hechas por el hombre la invitan; o hay una conducta recta y el nativo de Libra puede estar caracterizado por actitudes materialistas o espirituales. Nuevamente una y otra vez en este viaje circular, las constelaciones son todas armoniosas, buenas, y para un propósito; es nuestra receptivi¬dad y el uso que hagamos de ellas, que determina lo que manifestamos. Esto se relaciona con penosa exactitud con las impresiones logradas por el turista ocasional, y por el hombre que vive por algún tiempo en un país, y realmente conoce a su gente. A veces uno piensa que una prueba de inteligencia debería ser tomada antes de otorgar una visa. Tales extravagantes ideas, por ejemplo, nos surgen al ver y oír a las gentes que han pasado unos pocos días en París y piensan que conocen Francia.

Y en este imponente signo de equilibrio, justicia y ley, encontramos que la prueba termina en un estallido de risa, el único trabajo que la provoca. Desde la montaña venía Hércules, haciendo rodar al jabalí como si fuera una carretilla, cantando y riendo, y todos los espectadores reían con él. ¡Cuán encantador!; y esto a pesar del hecho de que nuevamente Hércules cometió un lamentable error. El Maestro le había dicho que "tomara tiempo para alimentarse", pero Hércules tomó tiempo para una orgía de borrachos con dos sabios, viejos amigos, centauros. Y tomen nota de que ellos abrieron el tonel de vino que debía ser abierto sólo por y para el grupo. Todo un sermón podría ser predicado sobre este punto y también sobre el hecho de que, mientras Hércules tomaba precaución para no matar al jabalí, terminó matando a dos amigos. Así aparece la tentación detrás, cuando pensamos que hemos despejado de trampas el sendero delante nuestro. Pero entonces el sabio Maestro, cuando evaluaba el trabajo, pasó ligera¬mente sobre el alboroto al que todos habían contribuido, diciendo tan sólo, "Reflexiona sobre las lecciones del pasado" (contribución de Libra). "Dos veces has matado lo que deberías amar. Aprende el por qué". Esto es todo; y se nos recuerda que la personalidad permanece fuera del ashrama, (nuestros maestros sólo ven cualquier luz que llevemos). No hay ningún elogio especial, Hércules simplemente pasó, no con honores, pero al séptimo trabajo se lo proclamó como completado y al séptimo Portal como atravesado. Justicia como misericordia. "Sí, Tú, Oh Dios, quieres ser tan severo para señalar todo lo que está mal hecho, Oh Señor, ¿quién puede soportarlo?"

Reflexiones de un Nativo de Libra

Antes que Hércules capturara al jabalí de Erimanto, se sentó a la mesa de Folo y bebió vino fuerte. En este momento él era el alma de la jovialidad, buscando y encontrando placer. Para Hércules, como para todos los que asumen el trabajo que debe ser realizado en Libra, los vapores del placer se deben disipar antes que la tarea mayor del autodominio, es decir, la captura del jabalí, sea emprendida.

Es de señalar que el beber vino en abundancia conduce a Hércules a la tragedia, la muerte de Folo. Esta repentina intervención de la catástrofe dentro de la existencia buscadora de placer de un libriano; por desagradable que la experiencia pueda ser, es una necesidad para el desarrollo del alma. Sin tales tragedias, las potencialidades de Libra permanecen latentes. El libriano emprende su camino en invierno, una época de desolación, cuando la vida de la personalidad ha perdido su atractivo.

Hércules no usa la fuerza bruta para capturar al jabalí. Coloca una trampa, espera y permite que la bestia caiga por sí sola en la trampa. Cuando el jabalí tropieza y cae en los ventisqueros, Hércules aprovecha su oportunidad. Es curiosamente libriano el evitar un encuentro directo, y no gastar más fuerza que la necesaria. Él busca lograr sus fines suavemente, no forzadamente.

Se nos dice que Hércules toma las patas traseras del jabalí, y obliga a la bestia a bajar por la ladera de la montaña en sus patas delanteras, y que este espectáculo provoca la risa de todos los que observan eso. En este incidente observamos la habilidad del libriano para encontrar soluciones inusitadas, y para percibir el valor de lo incongruente.

Situaciones de gran consecuencia en la historia de la humanidad son determinadas por inusitados acercamientos a problemas comunes. Por ejemplo, un jefe tártaro, inició un gran fuego detrás de sus propias tropas, forzándolas así a arremeter con un vigor tan desesperado que ningún enemigo podía resistirlos. Otra vez, cuando Aníbal mandó sus elefantes contra Esci¬pión, éste ordenó a los soldados soplar las trompetas en las orejas de los animales; confundidos y aterrorizados por el ruido, los elefantes huyeron en desorden, y mataron a muchos de los hombres de Aníbal.

La percepción de las incongruencias es una de las más grandes armas dadas a la humanidad en su perpetua lucha contra el espejismo. Es la fuente de la risa la que desbarata la ostentación y destruye las instituciones anticuadas.

Este es el único trabajo que termina en una explosión de risa. Hércules no sólo realizó la tarea asignada, sino que hizo del feroz jabalí un objeto del ridículo. Por una perspectiva ligeramente alterada muchas de las aterrorizantes experiencias de la vida pueden ser trasformadas por un benéfico sentido del humor. Mucho de lo que la gente mira con grave y seria formalidad tiene decididamente ridículas implicancias.

La descripción gráfica de Hércules conduciendo al jabalí por sus patas traseras, es una representación simbólica del alma dirigiendo un cuerpo torpe. Esta relación en la cual cada aspecto logra su debida importancia es característica de los librianos más altamente organizados. Así es el principio de equilibrio observado.
   
   El libriano se maneja pesando y equilibrando todas las cosas. Esta actitud lo hace aparecer frecuentemente fluctuante e indeciso. Sabiendo que hay innumerables gradaciones entre el negro y el blanco, él es raramente propen¬so a ser un extremista. Sabe que aquellos que son mirados como pilares de la sociedad pueden ser fariseos; y los modestos y humildes, la sal de la tierra; que aquéllos que declaran su excelencia más vehementemente pueden ser los menos meritorios; que el sabio de palabra puede actuar como los necios; los necios pueden encontrarse con tesoros; que los juicios del mundo pueden ser revocados por una corte superior; que la verdad puede manifestarse sobre la tierra de muchas inverosímiles maneras.

La búsqueda de la verdad, entonces, se cambia en el desarrollo de la discriminación. En un sentido, la verdad no existe para los seres humanos, pues todas las verdades no son sino parte fraccionarias de mayores conjuntos. La búsqueda de estos conceptos más inclusivos es de más importancia que la insistencia sobre un fragmento aislado de un limitado segmento separativo.

Como una laboriosa araña, el libriano está perpetuamente hilando hilos de relaciones, creando una sensitiva red de significados. El resultado de tal actividad es la síntesis. Permanece entre lo concreto y lo abstracto, tratando de relacionarlos a los dos. Siempre hay una discrepancia, siempre la brecha entre el fin previsto y la meta lograda; y no obstante, la tela brilla luminosa¬mente y asume un modelo de intrincada belleza.

A medio camino entre el cielo y la tierra, el libriano espera. Mirando arriba, ve la visión, el amanecer dorado iluminando la cima de la montaña cubierta de nieve; contemplando hacia abajo mira los lodazales y el cieno a través del cual pasan los hijos de los hombres. Por un lado, reconoce altos ideales; por el otro, los ve repudiados. Si él se eleva hacia el mundo del ideal, pierde contacto con las cosas comunes; si desciende al nivel de la actividad materialista, pierde las preciadas percepciones que son la causa principal de su ser. Se mantiene suspendido en equilibrio entre estos dos mundos para poder lograr comprensión, una comprensión que incluye lo superior y lo inferior, lo bueno y lo malo, lo excelso y lo insignificante. Esto es la compasión.

El conocimiento logrado causa desilusión. Escudriñando dentro de los corazones humanos, percibe las sombras oscuras, y el sedimento de extrañas pasiones. Descubre los métodos básicos por medio de los cuales personas de importancia establecen sus éxitos, los puntos oscuros en la vida de hombres respetables, los hábiles caminos por los que ellos eluden las sugerencias de la conciencia. Observa las ideas en capullo que son mordidas por la escarcha a la primera tentación. Contempla la larga marcha hacia adelante de la raza humana, con sus esporádicos logros y sus multiplicados fracasos.

¿Cuál es el resultado de tales reflexiones? En primer lugar, se debilitan sustancialmente los espejismos que tan a menudo encadenan al hombre a la tierra. Se entera que el hombre vive en una arremolinada bruma de ilusión, asiéndose a la vida como si fuera un fin en sí misma, huyendo a menudo de la verdad como de una catástrofe. Esta descripción de defectos no significa que la bondad humana es pasada por alto; sin una suficiente cantidad de ella, el mundo no se podría soportar.

El libriano no está seguro en absoluto de querer tomar parte en la lucha agresiva para lograr un modo de vivir, y avanzar belicosamente hacia un sitio de poder y prestigio en el mundo. Si sólo tuviera que preocuparse de sí mismo, probablemente se retiraría a una biblioteca, y pasaría sus días allí. Sin embargo, también existen otros seres humanos que le hacen reclamos. El motivo del servicio se arraiga así en su vida, un sentido de servicio basado en una evaluación realista de la naturaleza humana. Realmente es muy difícil servir a la especie increíble llamada hombre. Informa a un hombre de una verdad que, si la aceptara alteraría su estereotipado modo de vida, y él te condenará como si fueras un radical; razona con él, y él tercamente insistirá en la supremacía de sus instintos; por otra parte, muéstrale indiferencia hacia su condición, y te denunciará por ser insensible a sus sufrimientos. Quien¬quiera que sirva a la raza humana debe estar preparado para la incompren¬sión, la mala interpretación, y la perversidad que apoya lo opuesto de lo que se dice.

El libriano no es inclinado a ser fanático ni tirano. Buscando más bien persuadir que forzar, él entiende el arte del compromiso espiritual; esto implica una complacencia de que el cielo se alcanza con una serie de pasos separados más bien que con un simple salto salvador. Servir a otros requiere una justa apreciación de sus capacidades; esperar de ellos lo que son incapaces de dar es a la vez insensato y frustrante. La ayuda dada a una persona debe encontrar expresión dentro del marco de sus limitaciones. Si esto no se hace, la ayuda puede resultar un impedimento. Se debe hacer una cuidadosa distinción entre demasiada ayuda y demasiado poca; si se da demasiado, el individuo, no será estimulado a usar sus propios recursos, mientras que dema¬siado poca puede causarle el hundirse en un mar de desesperación. En otras palabras, la ayuda dada debe ser cuidadosamente adecuada a las necesidades del individuo involucrado. En muchos casos, la ayuda será solamente un estorbo; por lo tanto, es a menudo mejor permitir a una persona formar sus propias certidumbres espirituales, de sus propios amargos conflictos.

El constante pesar y medir tan característico de Libra, tiene una finalidad; el establecimiento del equilibrio. El mundo está sostenido por el equilibrio, y a esto lo comprende el libriano. De hecho, las leyes del karma pueden ser consideradas como actividades equilibrantes que impiden la continuación de una condición desequilibrada. Las catástrofes que le sobrevienen a un hombre están destinadas, no a castigarlo, sino a restaurar el equilibrio en su naturaleza. El que establece el equilibrio en su propia vida no estará obligado a que se lo impongan por medio de desagradables, intimidantes circunstancias. Los platillos de la balanza de Libra son fácilmente inclinados a un lado u otro, pero el punto medio en el cual descanza la balanza, permanece inalterado. Este es el punto del equilibrio, el refugio seguro que las sombras fluctuantes de los cataclismos terrenales y las catástrofes nunca pueden amenazar.

Se debe señalar que el equilibrio, como es aquí concebido, es una condi¬ción más bien dinámica que estática. Un sistema equilibrado de energía sería una definición más adecuada; expresado de otra forma, podría ser llamado una distribución ordenada, de las energías dirigidas y controladas por una muy inclinada voluntad al bien. El hombre completamente desarrollado, o iniciado, podría tal vez ser descripto también en tales términos.

En medio de la disonancia, el libriano acaricia el sueño de la armonía; en un país lejano, él recuerda la casa de su Padre. En recuerdo de esto busca ser un punto de paz en un mar de fuerzas en pugna. Esa es la meta, pero no siempre el logro. Sin embargo, este anhelo de armonía fortalece en él el deseo de ser un hacedor de paz. Puede comprender hábilmente ambos lados de un problema' y esta habilidad le sirve bien para ser mediador y árbitro.

Las energías que emplea son la persuasión, la cortesía, y la cooperación; cuando éstas fracasan, desdeña métodos más rigurosos. Se siente naturalmen¬te inclinado hacia el trabajo de grupo, y es atraído por los programas de acción que promueven la hermandad y la unidad.

Hay un elemento fuertemente femenino en el libriano, y esto es natural ya que Venus gobierna este signo zodiacal. El duro, impetuoso empuje de la vida moderna es demasiado agresivamente masculino; la gracia y la belleza artística del componente femenino debería actuar como una influen¬cia complementaria. El libriano comprende esto instintivamente. Sabe que el dogmatismo masculino debe ser modificado por el sabor más sutil de la dulzura femenina; que la dúctil agua durará más que la piedra implacable y el rígido acero.

Cuando el libriano ha asimilado las suaves armonías de Venus, empieza a responder a otra vibración, la de Urano. La afirmación en la Biblia que describe este impulso está expresada en estas palabras, "Mira, Yo hago todas las cosas nuevas". Se entiende a las viejas formas como siendo cadenas y trabas. Ellas deben ser descartadas. La escoba de Dios debe arrastrar con todos los escombros de las edades para que los altos ideales de la hermandad y la unidad, puedan ser incorporados dentro de la misma estructura de nuestras instituciones, para que las vidas que los hombres conducen puedan reflejar la divina imagen que está indeleblemente marcada en su ser esencial.

Sin embargo, este cambio revolucionario no se debe cumplir cambiando el arreglo de nuestro aspecto exterior, formas o instituciones; debe originarse dentro de la mente humana en el silencio del corazón del hombre, cuando él se vuelve hacia la luz que brilla sobre él y que viene del resto de inmortalidad que en él mora. El libriano se equipa para rehacerse, sabiendo que éste es el primer paso hacia el reordenamiento del mundo.

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:P

Voromir

Existen solo tres formas de hacer las cosas: La correcta, la incorrecta... Y la mia.

CAVE CANEM