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El juego de las frases

Publicado por anittaa, 09 de Octubre de 2014, 02:32:55 PM

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0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

anittaa

Amigos, cerramos la publicación? Sino será la ronda sin fin
Hubiera juntado mi vida para dártela ...

lauraquin

Qué lástima hay sólo dos textos nada más  :xd_cry:

anittaa

Hubiera juntado mi vida para dártela ...

Ana Alonso

No sé qué decir... Yo viajo el domingo a Buenos Aires y tengo unos días bastante complicados. Creo que se podría dejar una semana más, igual nadie nos corre :O_o: En todo caso, Anita, si decidís cerrar la ronda y abrir la próxima, me gustaría que Laura eligiera las frases.
¡Oh, infiernos, no dejes que beban las lágrimas y que te
pidan más!¡No dejes que te desaten el llanto, lo den vuelta y se hagan con él una sonrisa! ¡Que la muerte no levante mi tristeza como bandera! Ray Bradbury

anittaa

Sí Ani, dejamos una semanita más. Total, somos pocos y nos conocemos :D
Hubiera juntado mi vida para dártela ...

lauraquin

Chicas por mi esta bien esperemos que se  una alguien más  :oki:

anittaa

Creo que es hora de ir terminando esta ronda :D
Hubiera juntado mi vida para dártela ...

Ana Alonso


Como vos digas, Anita. Parece que los compañeros se tomaron vacaciones. Y yo también sigo alternando dificultades.
¡Oh, infiernos, no dejes que beban las lágrimas y que te
pidan más!¡No dejes que te desaten el llanto, lo den vuelta y se hagan con él una sonrisa! ¡Que la muerte no levante mi tristeza como bandera! Ray Bradbury

claudyo

CERRADURA

Espié con mucho cuidado, sin hacer sombra por debajo de la puerta. Había bastante vapor, pero se veía claramente la toalla celeste. Seguramente el espejo estaba empañado, así que para peinarse tendría que ponerse justo frente a la cerradura. Supuse que se pondría primero la ropa, pero respiré con alivio cuando la vi totalmente desnuda, aunque de perfil. Pasó un par de minutos y se dio vuelta; por fin pude verle casi toda la cola. Aunque no había nada fuera de lugar del lado izquierdo, no lograba ver el derecho. Por fin, cuando ya se estaba poniendo la bombacha, hizo un movimiento y tuve por un segundo, en primer plano, el maldito tatuaje.
Sus extrañas actitudes de las últimas semanas eran por eso. Pensé que aunque las hijas adolescentes vivan en un barril, alejadas del mundo, siempre logran escapar por un pequeño agujero y salirse con la suya. Me enojé un poco, pergueñando algún castigo: era una desobediencia explícita, un capricho sin sentido. Pero fue un segundo, quizás dos. Enseguida recordé el día de nacimiento, cuando se hizo la luz en mi vida; no iba a dejar que una pequeña mancha de tinta la opacara. Sufrí otra pequeña derrota, pero, como siempre, me reconforté con la ilusión de haber sido quien educó a una gran oponente.