Noticias:

Aquelarre Foros se mudó a una nueva versión
Es posible que algunas personalizaciones se hayan eliminado
Y es necesario que sean elegidas nuevamente

Menú principal

Recent

Miembros
  • Total de Usuarios: 1073
  • último: maurivi
Estadísticas
  • Total de Mensajes: 183350
  • Total de Temas: 5338
  • En linea Hoy: 264
  • En línea siempre: 689
  • (21 de Enero de 2020, 10:42:13 PM)
Usuarios en línea
Usuarios: 0
Invitados: 195
Total: 195

UNA FOTO, MIL PALABRAS. SEPTIEMBRE 2017

Publicado por anittaa, 28 de Septiembre de 2017, 11:17:48 PM

Tema anterior - Siguiente tema

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

anittaa

Una foto, mil palabras

Objetivo

Escribir un texto basándose en la foto propuesta, trabajar conjuntamente los textos publicados y elegir un texto ganador de la ronda

Reglas

Se pueden publicar hasta dos textos por usuario.El texto puede ser cuento, prosa poética, poesía, etc. El tema del texto es libre, pero debe estar basado en la fotografía propuesta[El texto debe tener una longitud máxima de 1000 palabras, sin contar el título. Cada texto debe tener un título.·Antes de publicar, se recomienda revisar gramática y ortografía. Para verificar que el formato sea el correcto conviene Previsualizar antes de publicar.La votación la pueden realizar los usuarios que hayan comentado, al menos, los cuentos elegidos (o los comenten al momento de votar).Al votar se eligen dos textos, al primero se le otorga dos puntos y al segundo un punto.Si al finalizar la ronda de votación se produjera un empate, durante la siguiente semana se desempatara. El autor del cuento ganador propondrá la fotografía a usar en la ronda siguiente.

Cronograma


Veremos como fluye la ronda y en base a eso se pondrán las fechas de cada etapa.




https://ibb.co/g3fN8w

[archivo adjunto borrado por el administrador]
Hubiera juntado mi vida para dártela ...

CraigBale




EL JARDÍN





Una nueva jornada termina en la ciudad. Una luna en cuarto menguante flota, casi con desidia, sobre la punta de los edificios.
Algo alejado del centro, a mitad de una estrecha cuadra, hay un café. Un hombre, vestido con un sobretodo, ingresa al local.
Dentro, se alinean unas cuantas sillas, todas desocupadas. Detrás de la barra, hay un gran ratón que viste un delantal blanco. Está pasando un trapo mojado por una zona de la barra.
El hombre se sienta en un taburete, frente a él. Se saludan con un apretón de manos; se miran como si se conocieran de toda la vida.
—¡Qué poca actividad hay, Ratón! Deja que anime la fiesta. Antes que nada, te voy a pedir un café con crema.
El Ratón invierte un tiempo en prepararlo. Deja una taza frente al hombre.
—Siéntate, Ratón. Ponte cómodo. Hoy voy a contarte un nuevo cuento... bueno, más que cuento, yo diría una anécdota. Así, te podrás ir a dormir tranquilo. Porque tú eres como yo. Somos niños, que necesitamos que nos cuenten cuentos antes de ir a la cama, ¿no te parece?
—No puedes estar más acercado.
—¿Has visto? Ha sido una jornada dura en la ciudad para todos, bien nos merecemos un momento de dispersión... ¡prepárate que va!
El hombre toma un sorbo de café.
—Hoy se cumple un año de la muerte de mi abuelo.
—Dios lo tenga cuidado y alimentado —acota el Ratón.
—Así que me parece bien contarte algo relacionado con él... Bueno. Mi abuela murió hace más de una década. A mi abuelo le afectó mucho su muerte. Lo que sucede es que ambos eran grandes conversadores. Eran de esas personas que pueden hablar por horas y horas, sin cansarse. Imagínate lo que sufrió mi abuelo al quedarse solo... ¿Con quién hablaría? Tenía amigos, por supuesto, con los que periódicamente tomaba café, pero no era suficiente. Para lo hablador que era, no alcanzaba. Le comenzó a hablar a su perro, fíjate. Pero Ulises, su terrier escocés, era bastante descortés, y no era raro que se lamiera los testículos mientras el abuelo hablaba. Así no hay quién se concentre. Tampoco le gustaba hablar con las paredes. "Eso es para los locos. Está bien que me guste conversar, pero hasta para mí hay un límite", me decía. Probó con una sesión psicológica, pero no le funcionó. "Para gastar todas las palabras que tengo dentro, debería ir, simultáneamente, a siete u ocho psicólogos... no hay presupuesto que aguante."
—Uh, ya me has enganchado. Mira que estaba algo disperso, por el cansancio que me provocó la exigente clientela de hoy... pareces hecho para contar cuentos —dice el Ratón, cruzando sus patitas delanteras sobre la barra.
—Es una anécdota.
—Claro, una anécdota. Ya me imagino en la cama... con mamá ratona al lado, con su voz cálida y pausada, leyéndome un libro... Sigue, por favor.
—Mi abuelo comenzó a hablar con un helecho. Era una de las plantas favoritas de mi abuela. Descubrió que le gustaba. Después de todo, era un ser vivo, y no tan distraído como su perro. Es que si bien para él hablar con paredes era de locos, constituía incluso un pecado inexpiable, hablar con plantas era lo más natural del mundo, una prueba inequívoca de buena salud mental. Al poco tiempo se vio departiendo no solo con el helecho, si no con las dracenas, la madreselva, el limonero... Digamos que, dependiendo del estado de ánimo, hablaba con una planta determinada. Es decir, no es lo mismo hablar con una madreselva que con las dalias, eso lo sabemos todos. Cada planta tenía su perfil, sus características que la hacían única. Pero el abuelo era un hablador excepcional, como te dije, y pronto las plantas le parecieron pocas. Hasta entonces, él no le había prestado mucha atención al jardín. A su esposa tampoco le había interesado mucho el mundo de las plantas. No obstante, mi abuelo se dijo que eso iba a cambiar...
—Espera —dice el Ratón.
Abre una heladera que hay a sus espaldas, saca una pequeña botella y la destapa. Vuelve a su lugar en la barra.
—Disculpa, es que cuando me engancho con una historia, tengo la necesidad imperiosa de beberme una Coca helada. —Da un largo trago—. Ahhh... Sigue, vamos. El abuelo había decidido que las cosas iban a cambiar...
—Así es. Llenó de plantas el pequeño patio interior de su casa. Ahora estaba abarrotado, y tenías que ser un verdadero contorsionista para moverte por el lugar. Había aloe veras, ligustrinos, amapolas, rosas trepadoras, hiedras, hortensias, geranios, caléndulas, claveles, crisantemos, calas, azaleas, pequeñas palmeras... hasta plantas carnívoras. ¿Increíble, no?
—Bueno, tu abuelo tuvo por fin suficientes interlocutores.
El hombre da pequeños sorbos a su café.
—Pero no te creas. No sé los ratones, pero los humanos siempre pedimos más, y eso nos trae problemas. En los cuentos está muy bien expresado: niños que no se conforman con los caramelos que tienen; quieren más, y eso les trae inconvenientes con las brujas... hombres que siempre dicen que será su última copa... después están tan borrachos que se meten en muchos líos...
—Sí, a los ratones también nos pasa. Somos insaciables.
—Entonces lo ampliaré a las especies en general: problemas de ambición. Bueno, mi abuelo era ambicioso e insaciable. No le bastó tener una sola sala de conversación, es que a veces estaba tendido en la cama y le daba flojera ir hasta el jardín, más en los días invierno.
»De modo que hizo de su casa un inmenso jardín. Pidió un préstamo, y se hizo llevar a la casa miles y miles de plantas. Su casa se transformó en un inmenso vivero... Cada vez que lo visitaba, teníamos que ir a un café o hablar en la vereda; no había quien pudiera moverse en semejante selva...
—De modo que su casa se transformó en todo un jardín.
—Casa-jardín, le terminé diciendo yo. Por fortuna, la ambición de mi abuelo se aplacó... y como para no.
—Es bueno que para la naturaleza haya límite. Si no, todo se desmadraría.
—Nunca mejor dicho.
El hombre termina su café. El Ratón su Coca. Hablan un poco más; luego el hombre se retira.
Ya es medianoche. La ciudad resplandece con miles de destellos de luciérnagas.

CraigBale




VAMPIRIA


Llovía. Jorge caminaba sobre su bastón. Trataba de sortear los charcos de agua que cada vez se hacían más grandes. La ciudad parecía dormida... su sueño era algo ligero y precario. Ominosa. Algo en ella contenía la respiración.
   Jorge divisó una figura en la esquina. Permanecía quieta. Jorge continuó caminando. Pensaba en la gente que desaparecía todos los días. Y volvía a pensar en la ciudad, la ciudad que tragaba gente. Pensaba en la noche. ¨Pensaba en el miedo. Ahora... ¿quién podría tener un mínimo interés en hacer desaparecerlo a él? ¿Un viejo tan insignificante desde el punto de vista que uno lo mirase?
   Estaba a unos metros de la esquina cuando la figura se dio vuelta. Unos rojos brillaban en un rostro de sombras. Resplandecían en un aura titilante y sucia. Jorge se detuvo. La figura avanzó un paso. Al viejo se le cayó el bastón. Esos ojos rojos, que cada vez parecían más grandes, le comenzaron a hablar. De la muerte, de la soledad, de cosas absurdas de lo espantosas... Entonces la figura abrió la boca y se abalanzó sobre el viejo.
   Una nueva alma había sido devorada por la ciudad.

claudyo

SLOW AN' EASY

Apenas se asoma a través de la cortina Teka de voile el paraguas Polo Club y su impermeable Perramus negro, apresuro mi Nescafé y coloco mi taza personalizada de Juego de Tronos en la cocina. Agarro la esponja Mortimer y lavo la vajilla de Falabella mientras se acerca, seguramente apurada por comprar ropa de Cheeky, Mimo y Grisino para nuestra nueva adquisición, nuestro futuro hijo Diego Leonel, el futbolista estrella de la Premier League del año 2035. Termino la tarea rápidamente, pero la puerta Oblak no se abre. Me preocupa que algún delincuente con alguna Browning policial o un Tramontina la esté asaltando, aunque en este barrio haya vigilancia de Redguard. Vuelvo al comedor y observo que su cartera Reebok sigue en su lugar, pero está charlando con un anciano, así que me pongo a controlar las tarjetas Mastercard del Banco Supervielle y después a bajar aplicaciones para el Samsung Galaxy S7 a través de la página de Claro. Pasa el tiempo sin darme cuenta y cuando veo en el reloj del Windows ya pasaron diez minutos. Desesperado, salgo a la calle en Hawaianas, y me preocupo cuando noto que sigue en el mismo  lugar, escuchando al mismo señor de bolsas de compras y ropas comunes y anticuadas, que mueve lentamente su boca. Al acercarme, ya antes de saludar, me relajo. El tono de la voz la tiene absorta. Empiezo a escuchar.
—...en la vereda, mientras los chicos jugaban a las escondidas. Nunca me hice malasangre, era otra vida y ella me decía que ya vendrán tiempos mejores. Y ahora, con los hijos y nietos ya garndes, estamos solos y no nos procupamos por nosotros. Hablamos de las cosas de antes y casi no salimos, así que si no fuera por las enfermedades estaríamos muy bien, créame, en estas épocas hay que estar alejado de toda esta locura. Tenemos un perrito que nos...
El tráfico hizo que se callara unos instantes, que aproveché para acercarme y saludar con un gesto. Mientras, Débora me gritó: —¡Tengo que hablar con vos!
Con el silencio llegó el: —Buenas tardes, señor. Disculpe si molesté, me sentí un poco mareado y la señora me está acompañando mientras me recupero.
Apuré un poco las formalidades y logré despegar a mi mujer de tan agradable pero distractora compañía.
Ya en casa, me encaró directamente, diciendo, simplemente: —Nuestra vida está toda mal.
Y, antes que pueda decir nada más, la abracé y le susurré palabras tranquilizadoras. No tenía idea de lo que le pasaba por la mente, pero me imaginé que estaba deseando volver a los años '50 o algo así, a un paraíso formado solo por los buenos recuerdos de una persona mayor, sin tener en cuenta dictaduras, revoluciones ni crisis económicas, que tan graves fueron, según la Wikipedia.
—Johnny, nuestro hijo no puede crecer en este caos.
—¿Cómo? ¿Que querés que hagamos? Sabés que no se puede dejar todo. Tenemos parie...
—¡Ya sé! ¡No soy estúpida!
—Bueno, en..
—Escuchame, escuchame. Hace rato que estoy estresada, pero ahora sé que las cosas van a empeorar y no...
—Van a mejorar, estoy seg...
—No me interumpas y escuchame. Hace mucho que lo estoy pensando, pero hoy estuve con alguien que me dijo, sin querer, exactamente lo que ¡yo! quiero. Te quiero a vos, te amo, y a nuestro hijo, pero justamente por ustedes, quiero irme a un lugar donde no haya más problemas que decidir la comida que vamos a cenar; por favor, vamos a vivir a un pueblo lejos del asfalto.
—No se puede, no tenemos plata ni trabajo que se pueda cons...
—Plata hay suficiente, solamente no hay que gastarla en estupideces.
—Si, entiendo. Alguna vez ta hablé de lo que vi en Internet sobre Roque Pérez y la vida slow, pero en la práctica no es fácil, no creo que vaya conmigo.
—Por favor.
Y la mirada de ella pudo más que toda una vida.

CraigBale

SLOW AN EASY: CLaudio, la verdad no entendí por qué citaste tantas marcas al principio. Unas personas deciden escapar de la velocidad de la vida moderna en la ciudad en busca de destinos más tranquilos para su vida y la de sus hijos. Si bien no entendí la primera parte, muy buen relato. Felicitaciones.

claudyo

Primero: Gracias por comentar. De mi texto, la primera parte quiere ser en tono de comedia, como una publicidad televisa. Debo estar leyendo mucho a Stephen King. Igual en ese marco, también sirven como referencia no solo a la vida citadina, sino al segmento social al que pertenece el protagonista (son marcas de segunda o tercera línea). Por ahí exageré un poco, pero me pareció divertido y fuera de lo habitual. De tus textos diré que "El jardín" me gustó mucho, es una historia muy bien contada, aunque, por ser vos, esperaba un final más espectacular; el segundo texto me encantó, aunque su título haga referencia más a un vampiro que a la Muerte, que es la protagonista, aunque debo reconocer que "Morticia" no hubiera quedado bien. Excelente. Te mando un saludo y espero que andes por El juego de las Frases.

CraigBale






OLEAJE NOCTURNO



Soy viejo. Demasiado viejo, me temo. Y he visto cosas que desearía nunca haber visto. Digamos que lo que llamamos "realidad" es una línea recta. A veces, esta línea es tocada por otra. Cómo sucede, no lo sé. Solo pasa algunas veces, muy pocas. Pero pasa. Entonces el azul deja de ser azul, el blanco deja de ser blanco, las leyes físicas y químicas dejan de operar, y la realidad tal como la conocemos se suspende. En ese paréntesis, en esa tierra baldía, uno puede experimentar el horror más inmenso concebible. Bueno, yo viví unos minutos en ese paréntesis. Experimenté lo verdaderamente siniestro, un miedo tan abyecto y profundo que supera con creces a la muerte y lo arroja a uno al borde de la demencia.
Yo vivía en un viejo caserón frente al mar. Esa noche llovía, las olas rompían contra la piedra en una explosión de espuma interminable. El viento silbaba sobre los aleros y la lluvia tamborileaba sobre los cristales de la ventana. Como se había cortado la televisión, yo estaba leyendo un libro sobre mi sillón favorito. Jorge, un amigo que se había quedado en casa unos días, estaba unos metros más allá tomando whisky mientras jugaba al ajedrez. Sí, tenía la rara costumbre de jugar solo al ajedrez.
Entonces lo inexplicable ocurrió. Se sintieron dos golpes en la puerta. Al principio pensamos que era algún ruido de la tormenta. Se volvieron a repetir. Dos más. No había posibilidad de equivocarse: por sobre los ruidos del viento y el oleaje, se escuchaban con claridad unos nudillos golpear la puerta de entrada de la casa. No podía ser nada bueno, pensaba. ¿Quién toca la puerta de una casa alejada en medio de la playa, en plena noche, y más con la tormenta que había? Golpearon más veces, una diez en total, hasta que Jorge se dirigió a la ventana que había a lado de la puerta de entrada. No vio nada. Luego miró por la mirilla de la puerta. "Solo se ve lluvia y oscuridad", me dijo encogiéndose de hombros. .Acto seguido abrió la puerta.
Bajo el umbral de la puerta se encontraba el ser más repulsivo que he visto en mi vida. Era una cosa alta, de unos dos metros de altura. Tenía lo que parecía ser un tronco, piernas y dos brazos, incluso un bulto en medio de los hombros que se podía decir que era su cabeza... pero allí se terminaba toda similitud con un ser humano. Si esa cosa había sido humana o había tenido alguna conexión con lo que llamamos humanoidad, eso había ocurrido en tiempos inmemoriales. Su cuerpo era una cosa gelatinosa, verduzca, y cada tanto de esa masa gelatinosa asomaban lo que parecían ser huesos negros... que estaban como podridos. Le colgaban cantidades las algas por todo el cuerpo, y las arrastraba... Y emitía un ruido acuoso, gorgoteante, asqueroso, de lo que supongo sería su boca.
Esa cosa se abalanzó sobre Jorge, que se encontraba tan paralizado como yo por el terror. Lo tiró al piso con una fuerza sobre humana, y con la misma fuerza lo incorporó y lo comenzó a arrastrar fuera de la casa. Jorge comenzó a gritar despavorido, con un grito que me perseguirá por siempre en sueños hasta el día de mi muerte. Se movía para todos lados, pateaba, lanzaba trompadas al aire, pero nada podía hacer contra ese ser maligno que se lo llevaba con una facilidad pasmosa.
Los pasos chapoteantes del ser se alejaron, y no tardaron en cruzar el umbral. Yo hice acopio de las pocas fuerzas que tenía y me abalancé sobre la puerta y la cerré. Me negué a mirar una última vez a la cara de horror de mi amigo Jorge. No porque estoy seguro que en su mirada hubiera encontrado reproche. No me importó su vida, para nada. Permanecí sentado contra la puerta hasta el amanecer, temblando y transpirando como un lunático. Cuando me incorporé fue para ir hacia el auto y no volver jamás.
No existe la amistad ni el compañerismo en situaciones como esa. No pueden existir. La empatía no tiene lugar cuando la otra línea se cruza con la línea recta y predecible de la realidad.
Desde entonces vivo en un pequeño departamento, en el primer piso de un gran edificio en una gran ciudad. Muy lejos del mar. No soportaría el mar de noche. No estaría preparado para lo que el oleaje nocturno pudiera traerme.

claudyo

PASEITO

Joda, mucha joda. Milonga, mujeres buenas y  de las otras, fasos rubios y negros, toscanos, escabio de todos los colores, timba, casino, peleas a piñas, miles de amigos y más mujeres. Nunca un médico hasta los 60, nunca un resbalón con la ley, jamás un politico cerca, menos un milico. Recuerdos, recuerdos. Qué lindo recordar. Desde que vivo solo, hace más de cuarenta años, que estoy bien, feliz. Me quedaron muchas cosas por hacer, pero no me arrepiento de nada. Hoy estoy bastante bien de la cadera, así que salí a hacer los mandados. Hasta puedo ir a visitar a doña Norma y chichonear un poco. Estoy viejo, si, achacoso, también, pero disfruto como puedo cada día. ¡Qué me voy a hacer mala sangre, si la vida es así!

CraigBale

Paseíto: muy bueno Claudio. Un poco yo había puesto la foto del viejo buscando eso: análisis, recuerdos, balances deu na vida que se va gastando. Típicas cosas que surgen de la vejez, y vos las escribiste. Felicitaciones.

claudio

Bueno, como verán tento Usuario nuevo. No puedo usar el anterior por cuestiones técnicas que no entiendo.

Craig: Estremecedor relato a varios niveles. Desde el pobre Jorge hasta el básico terror personificado en un monstruo muy original y convincente; el estrés postraumático persiguiendo al personaje contado de una forma excelente