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I- ¿LiBERTAD? che vieja ...

Publicado por Jean Loup, 22 de Octubre de 2014, 05:20:40 AM

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Jean Loup

autor: Jean Loup Capricornio

No por anciana mira que está bien buena, jóven y loca, sino por hacer el amor: yo che viejo - tú che vieja, pinchemos a ver quién le arranca la vida primero al otro. Hasta ahí vamos rebién, pero tenía razón Erasmo: era una verdadera ijaepú (rubia en castellano) del clan Teiboleras, de la hermandad Descalzas del Talón (besitos, amigas) y fichaba en el Palenque de Costa Esmeralda (más besitos).



Cuando el Don me invitó al Palenque, hubiera sido imperdonable rajarse. Mi simpático y nuevo amigo no era cualquier don por votación ni a huevo por la fuerza. Era el Don porque Usos y Costumbres le otorgaron tal puesto, tenía madera y quería darse el gusto. Generoso por naturaleza, se hubiera ofendido si yo dejara anque la propina. De pocas palabras y muchas nueces, era mi confidente e iniciador a la etiqueta local: al conocernos, captó instantáneamente nuestra simpatía y mis carencias sociales le valían madre: pero sin capacitación adecuada no le sería de utilidad. Por otro lado, nada fácil encontrar fuereños así de valemadres en ésta olvidada costa, la mayoría tan corren al primer tiro que vuelan sin cobrar: valemadres de pacotilla con absoluta faltancia de curiosidad. Espero no reencarnar en gato.

El Don confidenciaba en tono afablemente insinuado -usando parábolas muy semejantes a los pasajes bíblicos más violentos, vengativos y catastróficos- la pura poesía y encanto de la Costa Esmeralda en todo su mortal esplendor, a través de un Palenque con sombrero de palma a la cabeza y la revólver en el cinto. Sin confidencias ninguna sinceridad nace, me fascinaba como la cuatronarices fascina su presa; pero la confidencia del otro termina si uno pregunta interrumpiendo. Saber dar tiempo al tiempo, ingiriendo cerveza tras cerveza y un mezcal desempance después, rayaba la primordialidad. Si acaso pensaba rajarme ya era demasiado tarde, ni me podía levantar con tanto aguardiente: las piernas ni respondían y no quedaba mas qu'escuchar y despejar certeramente cualquier duda que pariera.

Satisfecho al fin, el Don se levantó hacia la caja para hablar con el encargado del Palenque. Una botana con tasajo me regresó de aquél universo parabólico y sangriento, integrándome de vuelta bajo la palapa cabaretera. Sentada adornando la barra, una mesera cenaba su descanso en turno, con porte y gallardía más que la figura y el pelo rubio, nada comunes por ésta costa. Notando mi vista se levantó con dos cervezas y una sonrisa: -«¿Necesitas compañía, güero?»

-«No, lo que necesito es papel y lápiz para garabatear. Gracias por la cerveza y ¡Salú!» - «En la barra tenemos»- Trajo cuatro cuentas canceladas que al reverso eran blancas y un lápiz de colegial, diciendo -«Soy la Libertad. A tí ¿cómo te nombran, güero?» - «Pintor» respondí pensando: 'la Libertad ... ¿de averiguar si eres rubia natural?' con cara obvia y la Libertad divertida hasta las pupilas.

 

Bosquejaba los cuatro papeles, descifrando las pupilas con olas de la Libertad, mientras seguían aportando cervezas y algún mezcal. Como hora después salió el Don recitando el verbo 'Vámonos Tu Pinche Vieja Me Sacó De Onda' y ni modo: averiguaré la blondez de la Libertad en otra ocasión.-«Mientras dibujabas, ella vaciaba las cervezas que te mandaba, en ésa maceta con palmas ahí juntito»- La Libertad se puso tan azul pasando al blanco para volverse roja (egalité, fraternité, liberté) qu'estuve en el punto de soltar el verbo 'Alons Anfans De La Patri' a mandíbula batiente. Apenititas a tiempo recordé el cuento ése de Maximiliano, cuando Juárez de Oaxaca lo ajusiló ¡por andar soltando ése verbo! Saliendo a la calle, el encargado habló con el Don y muy urgido con preocupado. Vinieron a mí, aquel encargado diciendo: -«la Libertad quiere disculparse con usted, Pintor» - «Ahí tu sabrás»- respaldó afablemente el Don mi nuevo amigo.

Llegando frente a la Libertad, crucé mi dedo sobre sus labios: -«Me vale madre TODO lo que digas (intuí que sería del verbo 'Ni Tenía La Más Puta Idea De Con Quién Jugaba' y no estaba de humor. Siémpre levantando pasiones, che vieja). Vengo a pasar un buen rato y quiero compartirlo contigo, nada más; mi Dama de Compañía como dicen los ricachones. Acepta que no soy tan mala penitencia, Libertad»- bien consciente qu'el más bajo ijoepú (rubio, en castellano) era yo, esclavizando así a la Libertad el mismo día que m'encontró, no más por averiguar su blondez. Regresamos al Palenque con manos llenas de dedos entrelazados.

Me abrasó con sabor a miel y cuando la Libertad invade... sólo resta gozarla y pecadoramente si se puede. Por unirse la Libertad a mi valemadrismo, obtuvimos resultados tan sorprendentes que grabamos la eternidad con memorias aladas; nada de cielos nublados por nuestras playas, lo de menos su natural blondez. Ni los puercoespines entregan su amor con más cuidado.

che vieja ...
querencia no tiene horario,
ni fecha en el candelario,
cuando las ganas se juntan ...

«Gracias doy...a la mano con puñal, que me mató tan mal...»

Jean Loup

#1
II- ¿¡ALMORZADOS POR LOS LAGARTOS!? casi pierdo la oreja...

Durante el día, era mecánico a domicilio. Entre mis vehículos favoritos estaban las dos ambulancias de la Princesa (nuestra curandera en Costa Esmeralda) por el carácter impredecible de su dueña. Hoy metió en su bella cabecita al untarse un labial inmejorable, el invitarme a pasear por la Barra de la Laguna. Con chaperones, desgraciadamente: su futura socia de Bélgica, el esposo y sus dos niños. Nada más me faltaba unaa gorrita con el "guía de turistas" por ahí bordado...

Viví un tiempo en aquella Laguna y por el camino urdí mi plan. Aquel color de labios indicaba que urgía mi siguiente paso: atracar en la Barra, llevarlos a la Palapa del Ñoño y pedirles de comer. Mientras preparaban y servían la comida, evadirme con la Princesa tras el "Ahoritita venimos"de rigor, caminando por la playa hasta el anochecer. Más tarde, regresaríamos preguntando hipócritamente:"¿Por dónde se meten ustedes? Llevamos HOORAS buscándolos."

Estacioné y aseguré la Ambulancia junto al atracadero. Embarcamos en la pasajera y navegamos cruzando la Laguna. A la mitad escuché un familiar y alegre: -«¡¡PiNTOR!!»- mientras que'l resto del pasaje pretendía ser de sordos estoicos. Subí a la proa mi corazón anhelante y sobre la proa de otra pasajera ondeaba la franca sonrisa de la Libertad, sin necesidad de labial alguno ni horario ni fecha en el candelario. El día se hizo para ignorar las teiboleras del Palenque y dedicarlo a la familia, sorprendidos estaban mis acompañantes por tantos palmoteos y vítores dedicados a la Libertad. Como fuereño y amigo del Cacike no necesitaba guardar tan hipócrita careta. Seguí mi plan al pié de la letra, desde que atracamos hasta modificarlo al evadirme YO SOLiTO tras el -«Ahoritita vengo»- y  la acústica de la playa me guió hacia el canto de la Libertad. Ahí, el Tiempo simplemente se desvaneció cuando dejó de existir.

Demasiado noche reencarnó el Tiempo cuando regresé con el Ñoño buscando a mi tropa: mesa vacía con -«Pagaron y se fueron a pasear sin decir por dónde»- nada más. De noche salen los lagartos a cenar y desayunan al amanecer. Y éstos se fueron a caminar solitos, como si acá fueran las praderas suizas. Con niños tiernitos y crujientitos. También de noche salen la Onza comehombres, las Cuatronarices, los Puercoespines tan mal cojíos, que ensartan vengativamente todo movimiento detectado ... ¿Saborearían especialmente ésa sangre tan azul de una Princesa? Debía encontrar aunque sea un dedito para alertar los Gendarmes y buscarlos oficialmente. Pasaron dos horas más y la Barra entera con lámparas, lanzaban gritos a través de todos los manglares. Para la Libertad conmigo, una nada fugaz que entretejimos con otra eternidad. ¡Que nos iba a importar si los bichos del manglar se indigestaban o no! Al contrario: tanto grito ¡camuflaba perfectamente los de la Libertad conmigo!

Un burdo -«Le hablan por la caseta, Don»- me sacó de nuestra hamaca y al otro lado de la línea, una Princesa en furia reclamaba -«¿Porqué tienes MiS llaves?»- -«No Princesa, no tengo tus llaves. Sólo tengo las de la'mbulancia.»- Un resoplido de mula cortó la comunicación. Mi cuñado el hermanito de la Libertad, tenía lista una panguita con motor andando: -«Cuando acompañe la Libertad al otro lado lo recojo»- dándome las amarras. Un hasta luego al beso de la Libertad y a gozar las estrellas sin Luna mientras quedaban atrás los cocuyos, marcando la ribera. Algún que otro murciélago pescaba curioseando mi cercanía. Un lagarto glotón seguía al cayuco de los pescadores: preparaban su carnada, hechando las sobras por la borda. Mutuo saludo y desaparecimos entre tinieblas mágicas. Hechizaba surcar entre bóvedas luminarias arriba y abajo, espumando la estela sobre el Universo como Laguna, con ésa panguita por nave.

Antes d'esta noche, no había notado que las Princesas resoplaran como mulas: debe ser su reacción a la adversidad. Así me recibió la dueña de la Ambulancia, junto con cantidad de mosquitos que pican la garganta cuando respiras y los ojos también cuando los tratas de abrir. En la Barra sopla una brisa constante que se los lleva para la Laguna, precisamente acá donde los manoteábamos como locos. Refugiados en la Ambulancia y con rumbo a Costa Esmeralda, mi copiloto se abstraída en ignorar al paisaje nocturno por la comezón de tantos piquetes. A mis espaldas, cobraba vida un interrogatorio en francés con respuestas muy evasivas, entre la socia belga y su esposo. Con el pretexto de  susurrame al oído, la Princesa copiloto pegó su cálido cuerpecito al mío y mi respiración detenía, rozando su bífida lengua contra mi incrédula orejita confidencial y sus pezones contra mi costado, ocasionando arritmias por todo el corazón:

-«Resulta que la reunión era para que el esposo comunicara "algo muy importante" a su familia, tan sorpresivamente llegada de Bélgica. Mi socia pensó que ella también y nos invitó a todos, para revelar mi sociedad con Bélgica y despuesito dar la noticia de su cónyugue. Pues nada, que'l "algo muy importante" era que'l esposo vivía con otra y quería divorcio, bomba que explotó cuando ¡ME DEJASTE SOLiTA CENANDO!»- Un mordisco me regresó el haliento, dejando mi orejita confidencial con gotitas rojas y la aritmia sin pezones, detenida.  La futura sociedad nunca se consumó, regresaron todos a divorciarse en Bélgica y ni el polvo. Con el tiempo a duras penas consevé mi oreja, gracias a las terapias intensivas de la Libertad, lo de menos su natural blondez...



Entre Mujeres y Hombres, habemos dos clases: los Celosos y los Muertos (menos una Princesa, claro).
«Gracias doy...a la mano con puñal, que me mató tan mal...»

Jean Loup

#2
III- SALiR DE LA CÁRCEL ¿olvidando mi nombre?

Mi oreja ya no necesitaba más vendajes, cuando la Princesa y su Ambulancia necesitaron de mí, para presentarme con su amiga la Doña. Buenos amigos, la patrona y yo empleado con atraccion carnal en reserva: también hechicera la Princesa curandera. Su dignidad evitó cuernos automáticos (casi le otorgo una oreja) y para celebrar nuevo reencuentro, la Mazmorra local reemplazó a la playa como trasfondo (por acá, ni loca pasearía la Libertad). Debía conducir la Ambulancia llena de donativos como ropa, básicos alimenticios, jabones y etcéteras hasta la Cárcel; ayudar a descargar y entregar todo junto con ellas dos, Princesa y Doña. Debo añadir que para nada se rajaron al cargar con tanta caja.

A la gendarmería vigilando la Cárcel desde afuera, hay que dar el nombre para poder entrar. Inventé uno tan inolvidable -que jamás me lo volví a recordar- porque me parecía bastante "peculiar" que nadie revisara contenidos de tanta "donación": de tarugo soltaba la lengua. En ésta mazmorra los presos mandan: La Princesa creía que un pinche gringo desconocido y sólo (mi bandera navegante) podría salir bastante mal librado con tal experiencia. La mirada de un conocido indeseable, ilustrado con tatuajes a línea roja, destacó entre la hostil multitud que ya me rodeaba: varios panes sobrantes del Cafecito habíamos tragado sobre la arena, mientras la Mar de Costa Esmeralda mecía al Sol para dormirlo y la Luna lo amamantaba con una cometa.

Con grandes abrazos despejé tales hostilidades inmediatamente. Pregunté a mi ilustre indeseable:
-«¿Te delataron?»
-«No, estaba repedo(borracho perdido) y me agarraron en plena transa»-
-«Y acá ¿A qué te dedicas?»-
-«Manejo éste penal, que son bien desorganizados si no. ¿Y atí, porqué t'entambaron acá?»-
-«Por ponerle anticipadamente los cuernos a una Princesa»-
-«A ver, cuénta ése chisme con calma: te invito a comer y platicamos con unas chelas, a la mejor hasta te puedo ayudar a salir, si se trata de quien yo creo.»-

Tan a gusto platicamos que se nos unió la Doña, amiga de la Princesa y señora de edad bien conservada, atractivamente juvenil. Refiriéndose a los presos con sus familias viviendo ahí adentro, opinó -«Qué horrible niñez para tan pobres craturas»- y respondí -«Vieras que no, Doña: estan con su familia, el papá ya no se emborracha, los alimentan y alfabetizan. En el Campo de Concentración de una dictadura, conocí la Libertad (ya cruzó por éste penal, el espíritu de la Libertad: che vieja) prefería estar ahí con mi familia tranquilamente, que escondidos y buscados como criminales, sin amigos»- Ya atardecía y nos despedimos para salir.

Frente al gendarme ése como Gestapo, traté de recordar mi inolvidable nombre, viendo severamente sus ojos. Bajó su mirada recorriendo más abajo todo la lista y cuando paró el dedo, dijo algo inentendible con mirada  interrogativa: -«Presente mi oficial, gracias»- respondí firmando un garabato en automático y vámonos por si las moscas. Sólo me queda añadir que comí mejor y más fresco dentro en la cárcel, que en muchos establecimientos para turistas de la Costa. Curiosidades entre los Usos y Costumbres: que al condenarme una Princesa al patíbulo, me percibieran como alegre compadre del verdugo en vez de temerosa víctima.

Otra tarea de la Princesa era atender los moribundos con sida: extranjeros rechazados por sus familias y que gastaban menos si morían en Costa Esmeralda. Generosamente le heredaban sus pertenencias y así surtía con donativos a sus súbditos cautivos. ¡Con más vueltas que un caracol, nuestra curanderita! ¿Qué culpa tengo yo de nacer ijoepú (rubio, en castellano) y cautivar gustos y caprichos de Teiboleras a Princesas?
     
...mira que dios los junta y ellos no más se mueven, me cae...
«Gracias doy...a la mano con puñal, que me mató tan mal...»